sábado, 9 de febrero de 2019

El fantasma de Virginia


(Estos son los sucesos que imaginé y que no aparecieron en el cuento de Oscar Wilde "El fantasma de canterville". Espero que puedan entenderlo si no leyeron el cuento.)

Oh cuando recuerdo aquel día de septiembre, era niña en aquel momento. El otoño me colmó de recuerdos muy gratos. Yo era una bella joven que estaba floreciendo recién en el jardín de la vida, pero él no… su rostro más se marchitaba con el paso del tiempo.
Simón llevaba pesados grilletes, que lo encadenaban de algún modo a este mundo. Él deseaba sentir la muerte verdadera. Creía que si yo lloraba sus penas y lo acompañaba hasta el Ángel de la Muerte éste lo perdonaría pudiendo descansar en paz…
Recuerdo ese día, día en que el gélido aliento del viento revolvía la hojarasca colorida. Luego de prometerle a Simón que lo ayudaría y de besarnos en el salón de Tapices, él me condujo hasta la caverna. Adentro, minúsculas piedras en lo alto del antro centellaban, eran cientos, pareciéndose, al estar encima de nosotros, el oscuro manto agujereado del cielo. Pero la tenebrosidad poco a poco conquistaba nuestro alrededor; oía siniestras voces que perseguían mis oídos, volviéndome paranoica.
Vagamos perdidos en el sombrío laberinto, hasta llegar a la orilla de un precipicio, habíamos subido y bajado rocas, estábamos agotados entonces nos sentamos en su orilla…
- Oh Simón, ¿qué haré sin ti? No te das cuenta que si te marchas me dejaras sola, muy sola en este inmenso mundo, déjame irme conmigo. Déjame hundirme allí, en la fría muerte, sólo así te acompañaré siempre.
- No Virginia, no lo permitiré, debes apreciar tú vida, eres muy joven.
- Pero yo te amo Simón.
- (Se sonrojo) Y yo a ti mi pequeña, pero no puedes sacrificarte, todavía debes vivir… Prométeme Virginia que tú corazón será del duque Cecil, verán que serán felices; y júrame mi chiquilla que algún día estará conmigo tú alma.
- Lo prometo Simón. Contesté y me entrego un cofrecito y una cadenita que me la colgué en el cuello.
- Actúas como si ya no fueses un fantasma, te desenvuelves ahora con sentimientos, igual que un humano enamorado. Le dije.
- Si… Y ahora tendré otra razón de ser gracias a ti…
Me sonrió, me beso, y se desmoronó; lo vi caer, quise acompañarlo, pero no podía, me llene de amargura, de melancolía, trataba de verlo, no había caso, brotaron mis lagrimas que cayeron en su búsqueda… cayeron de a una al oscuro abismo. Se escucharon sombríos refunfuños en lo profundo. De pronto una tenue luz comenzó a acercarse, era el alma de Simón que resplandecía elevándose. Al estar a mi altura lo exclame y él sólo dijo:
- Te esperare.
Su radiante alma al fin en paz, continúo elevándose formando en aquel cielo una nueva estrella.

He disfrutado la vida como le prometí. Ahora mi piel está arrugada, como estaba la suya. Me siento sola. El recuerdo de un amor intangible me persigue. A veces en las frías noches aprieto mi cadenita, la que él me obsequió, y miro afuera, creyendo que va a aparecer. Pero no, sigue allá iluminando en lo alto.
Ayer mi hijo, el más chico, se me acercó preguntándome:
- ¿Amaste alguna vez a papá?
- (Me ruboricé) Ha respetado, y ha ayudado, mucho a tú madre… claro que lo quise… -pero no llegué amarlo- pensé, sintiéndome culpable.
Mientras se seducen, ensamblándose, están letras con éste papel, contemplo sola por mi ventana la luna pálida junto con el oscuro cielo añil.
¡Oh Simón de Canterville! Tú quien me ha enseñando que el verdadero Amor jamás se olvida.
Me despediré de este mundo, el Ángel de la Muerte tiene que venirme a buscarme hoy, o sino iré yo en su búsqueda…
El tiempo pasa, y poco a poco la Muerte me gana… y si me gana, también el Amor lo hará porque estaré con Simón eternamente.
Siento la muerte que me recorre.
La luna embellece ahora con su resplandor el almendro seco que parece querer brotar, sus flores blancas y rosadas.
La muerte me invade.
¡Oh Simón ya puedo verte!

6 de Abril del 2009
Federico Ferreira

2 comentarios:

  1. TE estoy leyendo. Creo que has logrado cosas muy buenas. Este cuento tiene muy buen clima. Todavía no tuve tiempo para los textos más antiguos. Pero en cuanto pueda volveré. Un abrazo. Rossana

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar